¿Cómo saber si estamos digitalmente preparados?, por Patricio Fonseca

Esta crisis, si algo bueno trajo consigo, es haber definido los nuevos paradigmas y acelerar la digitalización de todos los procesos donde nos relacionamos las personas y empresas.

Muchas personas o empresas creen ser digitales por tener alguna aplicación en sus celulares y comprar y pagar en línea, y en el caso de las empresas, contar con un sistema con los datos de sus clientes y facturar en forma electrónica (CRM-ERP-DTE). Esto no pasa de ser una pequeña parte de los requisitos base para comenzar a sentirnos y ser digitalmente correctos e involucrados con esta amplia comunidad digital que avanza y cambia cada día, sumando nuevas soluciones, lenguajes, códigos, formas, seguridad, actores, etc.

Esta crisis, si algo bueno trajo consigo, es haber definido los nuevos paradigmas y acelerar la digitalización de todos los procesos donde nos relacionamos las personas y empresas. Las variables que deben alinearse y confluir para esto son demasiadas, sin contar el factor tiempo para la asimilación, maduración e interrelación correcta de muchos subsistemas que deben conversar para simplificar la vida humana. Pero claro, aparte de tratar de acelerar y masificar esta digitalización, la crisis dejó al descubierto los tremendos hoyos y problemas en la sociedad para que todos tuvieran acceso a esta nueva modernidad.

Sin duda, la fotografía pospandemia nos mostrará que es utópico pensar en un gran número de personas y empresas full digitalizadas en sus procesos y tareas del día a día, permitiendo con esto que todos nos quedemos en casa solo apretando algunos botones para resolver nuestros problemas y generar nuestros para comer y pagar nuestras deudas en esta sociedad que se alimenta de los recursos, sin diferenciar si hay o no una pandemia. Pagar y seguir es el orden establecido.

Podemos inferir que lo principal que tenemos por delante, si queremos concretar este sueño de full conexión digital con todos los ciudadanos del país, es que el Estado ponga como prioridad y asigne los recursos necesarios a un proyecto de conectividad nacional que ya viene tarde, debido a que depende de los gobiernos de turno. Hoy, existe un proyecto de fibra óptica nacional para llegar a lo más extremo y austral de Chile, aunque algo desfasado en 5 ó 7 años. Es decir, esto debió estar ejecutado ya en esta pandemia, lo que hubiera permitido iluminar pueblos y ciudades enteras con redes wifi/wimax/satélite que han estado afuera de esta inclusión digital por años.

Una clara señal y estado del arte digital debería ser que cada persona tuviera una buena conectividad pagada o free entregada por el Estado. A las personas les gusta la tecnología, por esta razón tenemos más de veinte millones de celulares en Chile. Nos gusta aprender y sentirnos considerados, participando en las diversas redes sociales, foros, grupos. Hemos asimilado bien esta nueva tribu digital pero el problema es siempre el costo. No todos pueden pagar la tecnología necesaria en sus hogares para avanzar más rápido e integrar a los niños y adultos a esta gran aldea global. Y cada día que pasa, sin este derecho de conexión, nos alejamos del conocimiento y acceso a muchos beneficios que hoy solo existen en estas carreteras de la información.

“A las personas les gusta la tecnología, por esta razón tenemos más de veinte millones de celulares en Chile. Nos gusta aprender y sentirnos considerados, participando en las diversas redes sociales, foros, grupos

Una persona debería sentirse incluida y preparada digitalmente desde la comodidad de su casa, sin importar el pueblo, región o ciudad. Que pudiera resolver todos los trámites privados o estatales, evitando hacer largas filas de horas para sacar un simple certificado o renovar un permiso básico para cambiar dónde recibir su jubilación. Esto, sin duda, conlleva capacitación y difusión, pero lo principal es ejercer su derecho a la conectividad de las distintas redes existentes en nuestro país y en el mundo.

Por otra parte, una empresa debería sentirse preparada e integrada al mundo digital cuando todas sus actividades internas y productivas puedan ser respaldadas o ejecutadas directamente en forma remota, sin depender de la ejecución humana-presencial.

Antes de la actual pandemia, muchas empresas habían sondeado el concepto del teletrabajo por diversas razones, ya sea por regulaciones de gobierno para disminuir jornadas laborales, como por actos y disturbios sociales ocurridos antes. El resultado fue que en un gran porcentaje es posible: las plataformas y tecnología ya estaban diseñadas y construidas, y lo que no estaba, se ha desarrollado rápidamente en meses.

“Antes de la actual pandemia, muchas empresas habían sondeado el concepto del teletrabajo por diversas razones, ya sea por regulaciones de gobierno para disminuir jornadas laborales, como por actos y disturbios sociales ocurridos antes

El teletrabajo es la primera barrera que las empresas deben implementar para seguir hablando de digitalización, ya que este cambio, por añadidura, llevará a que la organización termine modificando y digitalizando sus procesos para que los trabajadores remotos tengan una mejor experiencia desde sus casas ejecutando sus tareas, amparadas quizás en un nuevo contrato de tele asistencia.

Pero también toda empresa debe interactuar con sus clientes, proveedores, acreedores y stakeholders de manera digital, estableciendo canales que quizás antes nunca fueron importantes. Hay muchas variables: pago de remuneraciones y honorarios en forma masiva y digital, respaldo de los servidores con energía necesaria para seguir atendiendo a clientes y colaboradores, respaldo de información en el Cloud (a prueba de desastres y hackeos), implementar diversos canales logísticos que nos den cobertura nacional e internacional de ser necesario, mejorar la ciberseguridad de manera seria, darle a la información un mayor valor (siempre será nuestro mayor activo dentro de la organización) y actualizar a las planas gerenciales, que muchas veces son algo escépticos a estos cambios de la era digital.

Cuando logremos este estado del arte digital, podremos decir que tenemos un Chile digitalmente inclusivo: personas, empresas, entidades, conectados sin discriminación por falta de recursos o ubicación geográfica, operando y gestionando sus servicios básicos no presenciales, así como la mayoría de las empresas realizando sus ventas online con una logística confiable y adecuada para esta nueva realidad social y económica en gestación.

>>Publicado en La Tercera

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